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Isidre

La entrevista: Isidre Ferreté

Mi sueño ha sido compartir la vida con la gente sencilla.


Isidre Ferreté, 73 años, nacido en Barcelona, en el barrio de San Gervasio. Licenciado en Filosofía y Teología eclesiástica. Párroco de la Capilla San Juan Bautista del barrio de La Salut de Badalona. Su sueño cuando llegó a la Capilla era “compartir la vida con la gente sencilla”. Impulsor de la Fundación Salut Alta.  Le caracteriza su humildad, aunque para nosotros es uno de los pilares fundamentales de la casa.
 

¿Cómo entraste en contacto con la Fundación Salut Alta?

Pues desde antes de la prehistoria. Hace 18 años que se creó la Capilla y desde entonces ya venían niños del barrio a hacer refuerzo escolar, con la ayuda de voluntarios.  Creció tanto la demanda que había en el barrio que se pensó en crear la Fundación. Para mi es la  “hija de la capilla”.

Digamos entonces que no contactaste con la Fundación, sino que formaste parte del equipo impulsor de su nacimiento?

Sí. Para la creación de la Fundación, desde la Capilla se organizó una colecta, dinero que fue el primer capital de la entidad. Y la gente respondió súper bien.

En estos momentos, ¿Qué papel llevas a cabo en la Fundación?

Hago el mantenimiento.  Cuando hay alguna cosa que se tiene que arreglar, me llaman: soy el “chapuzas”. También colaboro en fiestas y celebraciones tradicionales. Para Navidad  instalo el escenario para que los niños y las familias hagan las actuaciones. Para la castañada aso castañas. Siempre estoy en la retaguardia, pero cuando hace falta soy el primero en ofrecerme para todo.

Todos contamos para que las cosas salgan bien. Me siento satisfecho del trabajo que lleváis a cabo y de poder echar una mano cuando hace falta.

Los primeros ingresos surgieron  de las aportaciones de la propia gente de este barrio obrero, con la venta que organizamos en la Capilla de unos “Bonos”  por importes de  1€, 5€ i 10 €.

Y de todo lo que haces, ¿qué es lo que más te gusta?

Lo que más me gusta hacer es de “cojín”. Hacer de puente entre la Capilla, la Fundación y la gente del barrio. Trasladar la manera de hacer de la Fundación y dar a conocer la Fundación al barrio.  Lo que más me gusta es ver cómo se está consolidando  un estilo de familia, la sensibilidad y el talante que caracteriza la Fundación. Aquí Silvia [anterior directora de la Fundación] ha tenido mucho que ver. Silvia Casado ha tenido un papel fundamental en el transcurso del tiempo: ha creado un equipo de personas que hacen posible que cada día funcione todo y se haya ganado un sitio en el mundo educativo. De cara a otras entidades, escuelas o la administración, la Fundación es muy reconocida.  Todos los que participan, tanto trabajadores como voluntarios, se sienten valorados y estimulados.  Y se nota que la gente viene a la Salut Alta no sólo a hacer su trabajo, sino a algo más. Existe un sentimiento más profundo y eso se nota.

¿Alguna anécdota?

Hay muchas, pero ahora mismo me vienen a la memoria dos:

– La fiesta de Navidad: toda la decoración y las cortinas del escenario lo hicieron en dos días las voluntarias de la Capilla. ¡Las máquinas de coser iban a toda marcha!

– Había una compañera de Silvia, una religiosa, que venia al Centro Abierto y hacía de abuela. Venía a ejercer de abuela, y los niños la querían mucho.  José Antonio era el abuelo y Berro era la abuela.

¿Qué destacarías de estos 10 años?

La consolidación y seriedad con que se va planteando el futuro. Cada paso que se da, no se hace porque sí, se estudia mucho.  La lucha durante estos años por las críticas hacia nuestra Fundación y que hemos vencido. La gente ahora sabe que trabajamos por los niños del barrio, sean de donde sean y vengan de donde vengan. Colaboramos con todo, no solo en nuestro centro, sino que a nivel de barrio participamos en celebraciones como «els Colors de la tardor”,  Sant Jordi… Somos una entidad integradora y participativa.

 ¿Cómo te gustaría ver a la Fundación de aquí 10 años?

Al menos que los destinatarios sean otros. Que continúe la consolidación. Y que los menores que ahora participan en nuestros proyectos, que de aquí a unos años nos expliquen que continúan su formación, que es para lo que trabajamos.  Para que haya niños que vayan encontrando su sitio en la vida y estén formados para tener un futuro mejor. Y quien sabe si más adelante alguno de ellos querrá participar en la Salut Alta como voluntario o haciendo prácticas. Formando parte de las raíces afectivas de estos niños. Y somos punto de referencia para ellos.

¡Lo que sí que es seguro es que de aquí a 10 años la Fundación Salut Alta continuará!