
Una rutina que crea momentos únicos
En Centro Abierto las cosas suceden de manera mágica los viernes por la tarde, es curioso como todo ocurre a partir de la famosa frase de “¡A limpiar manos!”.
De repente, una tropa de niños empieza su rutina. Se sitúan en fila y, de dos en dos, se van dejando las manos bien limpias: jabón, agua y papel para que estén bien secas.
A continuación, se dirigen hacia la voluntaria responsable de las sillas y, entre todos, van colocándolas alrededor de las tres mesas. A veces ponen menos, a veces más, pero siempre están dispuestos a ayudar.
Cuando todos están sentados, la educadora levanta la mano y el silencio reina la sala. 27 niños y niñas callados a la espera de saber qué canción será la elegida para bendecir. Quizás ¿Cooo teco teco te coté? ¿nyam nyam?… A veces elige la mesa más atenta, otras los grandes se levantan y empiezan a cantar ellos mientras todos los seguimos y otras… simplemente las educadoras deciden.